¿Por qué nos afecta ver a otros sufrir?

La empatía es la capacidad que tenemos como seres humanos de ponernos en el lugar de los demás. Es una capacidad adaptativa que fuimos desarrollando por vivir en comunidad y, en definitiva, nos permite experimentar las mismas sensaciones que aquellos que nos rodean.

Un reciente estudio encontró que nuestro cerebro procesa el dolor de otra persona de forma muy similar a la experiencia del dolor físico propio. Si bien se trata de un tipo de empatía específico, se puede aplicar a otras situaciones. Lo más interesante de esta investigación es que los resultados plantean una serie de preguntas intrigantes como, por ejemplo, si los analgésicos o el daño cerebral podrían reducir nuestra capacidad para sentir empatía.

La investigación abarcó un diseño experimental complejo, se utilizó resonancia magnética funcional por imágenes (RMfI) que mide las alteraciones en el flujo sanguíneo cerebral. Las imágenes por sí solas no reflejan el vínculo entre el dolor y la «empatía del dolor». Esto tiene sentido porque las áreas cerebrales vinculadas a los sentimientos y a las emociones presentan una importante superposición. Otro factor, no menor, es que la RMfI no brinda una medida directa de la actividad cerebral, en otras palabras, el aumento del flujo sanguíneo no necesariamente se relaciona con un aumento de la actividad cerebral

A raíz de esto, los investigadores adoptaron un enfoque innovador. Analizaron si una droga podría modificar la forma en que el cerebro procesa el dolor y la empatía por las personas que están sufriendo para lograr explicar las similitudes y diferencias entre estas dos experiencias.

El efecto de los analgésicos

Todos los participantes del estudio recibieron una tableta y se les dijo que era un analgésico de venta libre aprobado, altamente efectivo y costoso (para garantizar que tuviera la máxima probabilidad de funcionar). Sin embargo, ninguno de los participantes recibió un analgésico real, sino un placebo. Este efecto, llamado «placebo analgesia» ha demostrado ser muy eficaz para reducir la cantidad de dolor que se percibe. Sin embargo, los investigadores querían saber si afectaba la forma en que el dolor y la empatía respecto al dolor se procesan en el cerebro.

Un segundo grupo de participantes recibió el mismo placebo y, 15 minutos después, una segunda tableta de una droga que revierte la acción del analgésico. Sin embargo, a los participantes se les dijo que esta tableta mejoraría la acción del analgésico, por lo que no esperaban que contrarrestara el efecto. En esta etapa los investigadores querían saber si el «placebo analgesia» podría revertirse de la misma manera que los analgésicos reales.

Después de esperar unos minutos para que los participantes crean que el analgésico placebo haría efecto, se sometieron a varios experimentos. Para medir el dolor propio se propinó una breve pero dolorosa descarga eléctrica en el dorso de la mano. Para medir la empatía del dolor se les mostró una imagen de una persona que habían conocido previamente recibir la misma descarga en la mano

Luego, los participantes se dividieron en dos grupos: algunos recibieron un shock real y doloroso (o vieron a alguien recibirlo), mientras que otros recibieron un estímulo indoloro. El estímulo indoloro se administró de la misma forma que el estímulo eléctrico, pero con una corriente menor.

Se pidió a los participantes que calificaran el nivel de dolor que sentían durante el shock y se les pidió que calificaran el nivel de malestar que sentían mientras veían a otra persona recibir la descarga (empatía por el dolor). Y también se sometieron a resonancia magnética funcional durante el dolor propio y la empatía del dolor.

Resultados

En el primer experimento con una sola tableta (analgésico placebo), 53 personas recibieron dolor real y 49 personas recibieron (simulando) estímulos de dolor. El analgésico placebo redujo la cantidad de dolor que los participantes informaron sentir y también redujo la cantidad de malestar que informaron sentir mientras veían a otra persona experimentar dolor. Al mismo tiempo, la resonancia magnética funcional reveló que la red de regiones que generalmente procesan el dolor mostró una reducción en la actividad del dolor placebo (simulado) en comparación con el dolor real.

En el segundo experimento, donde 50 participantes tomaron una tableta adicional, 25 tenían la droga real que revierte la acción de un analgésico y otras 25 personas un placebo. Se descubrió que el fármaco real revierte los efectos de la analgesia placebo sobre el dolor propio y también sobre la empatía del dolor, cada uno en una cantidad similar. Esto confirma que el efecto del analgésico placebo se puede revertir de la misma manera que un analgésico real (de drogas).

Esto significa que es probable que la empatía por el dolor se procese de manera muy similar (en el cerebro) al dolor propio. Podemos inferir que esto se debe a que tanto el dolor propio como la empatía por el dolor ajeno se modifican de la misma manera con el fármaco que revierte el dolor, y porque la analgesia con placebo también reduce la empatía del dolor de la misma manera que reduce el dolor. Los resultados de la resonancia magnética funcional ofrecen más evidencia de que esto es realmente lo que está sucediendo.

Empatía

Por tanto, esto es coherente con la teoría de que la empatía por el dolor se produce como resultado de la simulación de los sentimientos de otra persona dentro del propio cerebro. También proporciona más evidencia de que los sentimientos de dolor y la empatía del dolor se producen como resultado de procesos similares dentro del cerebro.

Además, los pacientes que tienen daños o enfermedades en las regiones del cerebro que se encuentran dentro de esta red de áreas de procesamiento del dolor, a menudo experimentan una reducción en la capacidad de sentir empatía por el dolor. Esto sugiere que la capacidad de sentir dolor es necesaria para experimentar empatía por el dolor.

En el futuro, la investigación podría ser útil para explorar la empatía en otros contextos. Por ejemplo, los investigadores sugieren abordar la cuestión de si el dolor de otros eventos, por ejemplo, el rechazo social, se procesa de manera similar. Este estudio ciertamente proporciona un nuevo ángulo para investigar los sentimientos de dolor y empatía, es decir, manipulando dos experiencias para ver si se procesan de manera similar.

Otra sugerencia es que tomar analgésicos puede disminuir el sentimiento de empatía por el dolor, pero ese tema necesita más investigación. Una forma de hacer esto podría ser comparar los resultados de este estudio usando analgésicos placebo con un diseño similar usando analgésicos reales.

Referencias

Contact: Rebecca S. Dewey – The Conversation

Source: https://theconversation.com/us

Why It Hurts to See Others Suffer: Pain and Empathy Linked in the Brain. (2021, 19 julio). Neuroscience News. https://neurosciencenews-com.cdn.ampproject.org/c/s/neurosciencenews.com/pain-empathy-18945/amp/